Y es que, tenemos miedo por todo, por lo que vemos, por lo que sentimos, y sobretodo por lo que imaginamos. Sí, sobre todo por las malas pasadas que nos juega nuestra cabeza.
Pero a día de hoy, no puedo imaginarme otra cosa que estando contigo. Ha desaparecido el miedo, y me ha saludado la felicidad.
Y es que dicen que después de la tormenta siempre llega la calma, y no conozco una tranquilidad mas absoluta que la de tumbarme en tu pecho, cerrar los ojos y escucharte hablar sobre cualquier cosa.
Quiero saberlo todo de ti, no tengo miedo a tu pasado, ni a tus defectos. No quiero tener miedo, la verdad. No quiero que este sea el culpable de echar el ancla, de tirar del freno. ¿Cómo frenar algo que va mas rápido y no puedes alcanzar?. Cuando quieras darte cuenta, va a ser tarde, estarás perdido, y no precisamente hablo de que tengas un mal día, hablo que de estarás tan locamente enamorado, que te habrás desecho de los frenos, y aunque la velocidad asuste, prometo que será una bonita sensación.
Nunca permitas que tus miedos ocupen el lugar de tus sueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario